sábado, 11 de octubre de 2014

No solo de tarjetas vive la casta


No solo de tarjetas vive la casta: El PSOE cerró 2013 con una deuda de 64,55 millones de euros

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El PSOE cerró el año 2013 con una deuda consolidada de 64,55 millones de euros, lo que supone casi un 10 por ciento menos que a finales de 2012, según el desglose de cuentas publicado este jueves por el partido.
De esa cantidad, 42,5 millones corresponden a operaciones de crédito con garantía hipotecaria, solicitados para comprar, reformar y rehabilitar inmuebles del partido, mientras 1,65 millones son préstamos solicitados para financiar campañas electorales hasta que la Administración les reembolsa en función de los resultados obtenidos.
Los 20 millones restantes son operaciones con garantía personal “para cubrir necesidades puntuales de tesorería o desfases en el cobro de las subvenciones”. El PSOE no se benefició ni en 2012 ni en 2013 de ninguna condonación de deuda.
Las cuentas publicadas no detallan con qué entidades tiene el PSOE contraídas sus deudas, y tampoco desglosan el origen o el importe de las donaciones. Eso sí, los documentos de 2013 dejan claro que los 3,6 millones de euros en donaciones recibidos ese año procedieron en su totalidad de personas físicas y que la federación más beneficiada por ellas fue el PSOE andaluz, la federación más numerosa del partido, con 1 millón de euros.
En 2013 los ingresos totales del PSOE ascendieron a 64,3 millones de euros, de los que 42,6 fueron subvenciones oficiales y 11,7 cuotas (9,8 de afiliados y el resto de cargos públicos).
Para 2014, el presupuesto total asciende a 42 millones, un 35 por ciento menos que en 2013. De ellos, 18,8 serán subvenciones y 8,5 millones procederán de cuotas de militantes y cargos públicos. Otros 14,8 millones de euros figuran como “otros ingresos”.
CAEN LAS SUBVENCIONES Y LAS CUOTAS
El recorte presupuestario es fruto en buena medida de las derrotas electorales –en 2011, antes de las generales, los ingresos sumaron más de 93 millones de euros–, ya que menos parlamentarios nacionales y autonómicos supone menos subvenciones públicas y también menos cuotas de cargos públicos. A todo ello se suman los recorte de la financiación a los partidos políticos aprobados por el Gobierno en esta legislatura.
El PSOE ha acusado también una caída en los ingresos por cuotas de militantes, desde los 18 millones de 2011 (14,4 procedieron de afiliados y 4 de cargos públicos) hasta los 8,5 millones previstos para 2014 (6 millones procedentes de los militantes y el resto de parlamentarios y cargos públicos).
AMORTIZACIÓN DE DEUDA, LA SEGUNDA PARTIDA DEL PRESUPUESTO
A amortizar parte de su deuda destinará el PSOE 9,3 millones de euros en 2014, lo que convierte a esta partida en la segunda más cuantiosa del presupuesto de este año, sólo por debajo de los gastos de personal que también se han recortado (13,25 millones de euros, frente a los 23,4 de 2013). También prevé dedicar 1,8 millones de euros a inversiones y 2,8 a actos públicos.
En 2014, los socialistas gastaron 10,8 millones de euros en la campaña de las elecciones europeas, mientras que las subvenciones electorales ascendieron a 9,76 millones. Sumando el resultado de las operaciones electorales financieras, la campaña ha arrojado un saldo negativo de 1,32 millones de euros.
En 2013, el PSOE dedicó 2,35 millones a subvencionar sus fundaciones (la mayor parte, 1,9 millones, fueron para la extinta IDEAS) y les concedió 5,9 millones en créditos a corto plazo (4,1 millones a IDEAS).

sábado, 4 de octubre de 2014

odio

Odio a los indiferentes - Antonio Gramsci 1891-1937 

El 27 de abril de 1937, moría Antonio Gramsci en un hospital penitenciario, apenas 6 días después de haber recobrado formalmente la libertad, tras cumplir, en situación penosísima, más de 10 años de cárcel de los más de 20 a que le condenó un tribunal mussoliniano. Acaso sea Gramsci hoy, junto con Walter Benjamin, el clásico del socialismo marxista más grotesca e ignaramente manipulado por unas “humanidades” académicas franco-norteamericanas olvidadizas de la historia del movimiento obrero europeo. Para conmemorar su muerte -dada a conocer al mundo por las emisoras de radio de la Barcelona revolucionaria- he elegido un característico texto suyo de juventud (publicado por vez primera el 11 de febrero de 1917 e inédito en castellano) que, entre varias otras, tiene la virtud de no ser fácilmente pasible de manoseo pseudoacadémico.

Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.

La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?

Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.

Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes.
Odio a los indiferentes - Antonio Gramsci 1891-1937 

El 27 de abril de 1937, moría Antonio Gramsci en un hospital penitenciario, apenas 6 días después de haber recobrado formalmente la libertad, tras cumplir, en situación penosísima, más de 10 años de cárcel de los más de 20 a que le condenó un tribunal mussoliniano. Acaso sea Gramsci hoy, junto con Walter Benjamin, el clásico del socialismo marxista más grotesca e ignaramente manipulado por unas “humanidades” académicas franco-norteamericanas olvidadizas de la historia del movimiento obrero europeo. Para conmemorar su muerte -dada a conocer al mundo por las emisoras de radio de la Barcelona revolucionaria- he elegido un característico texto suyo de juventud (publicado por vez primera el 11 de febrero de 1917 e inédito en castellano) que, entre varias otras, tiene la virtud de no ser fácilmente pasible de manoseo pseudoacadémico.

Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.